Hace un par de días me encontré por la
calle a una señora del barrio que conozco desde hace casi tantos años como
tengo... Un sobrino de esta señora tiene una hija adolescente con una
cromosomopatía de las llamadas raras. Como sabe que yo tengo un hijo con una
PC, me comentó que estaba muy preocupada por una situación difícil que tiene su
sobrino al respecto de la niña. Hasta aquí todo bien. Lo que me dejó helada en
el sitio fueron las palabras que utilizó para empezar a referirme la situación:
"Estoy muy preocupada; tenemos un problemón... Como sabes mi sobrino N
tiene una hija subnormal, y ahora.....blablabla....". Vaya por delante
que no me cabe ninguna duda al respecto del amor de esta mujer por su sobrino y por la hija
de este; me consta que le quiere como a un hijo, su preocupación es real, y con
la edad que tiene está moviendo Roma con Santiago para intentar ayudarle. Pero
cuando escuché la palabra "subnormal", de forma instantánea se me
vino a la mente la imagen de la madre de la niña, que murió hace algunos años,
y tuve que emplearme a fondo para que no se me saltasen las lágrimas.
No quiero quedarme con el caso en sí,
sino que esto que ocurrió me llevó a reflexionar acerca del peso tan grande que
tienen las palabras, y de la importancia de ser conscientes de qué palabras
utilizamos, porque de esta elección se derivan muchas consecuencias.
Tomando este caso como ejemplo, te invito
a que compruebes por ti mismo cómo y cuánto cambia tu vida si durante solo una
semana destierras de tu vocabulario la palabra "PROBLEMA". Limítate a
utilizarla a la hora de ayudar a tus hijos con los deberes de matemáticas. Y
observa la diferencia... Y luego, si te sientes inspirado, ven y cuéntanos lo
que ha pasado :). Te puedo garantizar que tu vida se destensará, perderá
rigidez, y te permitirá moverte con mayor soltura. En resumen, ganarás mucha
calidad de vida :). En primer lugar, vas a ser consciente de la cantidad de veces que utilizas esa palabra; muchas... :). Luego, cada vez que notes que la vas a decir o incluso que ya la has dicho, rectifica y la sustituyela por "situación complicada",
"cuestión que no tengo claro todavía como resolver",
"circunstancia difícil de gestionar", o lo que tu creatividad te
sugiera. Si te gusta el resultado que obtienes, puedes prolongar el ejercicio
unas semanas más y lo convertirás poco a poco en un hábito, y entonces te
saldrá de forma automática. Seguirás teniendo las mismas circunstancias complicadas,
pero tu actitud hacia ellas será completamente diferente, y crearás una
realidad distinta y serás más feliz. No me creas, pruébalo...
De la inmensa cantidad de palabras que
tenemos a nuestra disposición, está en nuestra mano en cada momento el elegir
aquellas que dejan una huella positiva en nuestro subconsciente. Cada uno
tenemos la libertad de elegir el color o los colores que pintan nuestra vida.
Si no te gusta el gris marengo, ¿porqué lo eliges.....? :).
Pero la palabra que realmente me entró al alma
como una saeta fue "subnormal". La razón por la que me parece que me
suena tan dura esta palabra (que al final no es más que una palabra...pero ¿porqué
me sacude tanto el escucharla...?), es porque implica un claro juicio de valor
hacia esa persona en su conjunto, y la etiqueta como "no buena"; es
un juicio de valor negativo por el que etiqueto a una persona, y de acuerdo con
esa etiqueta la coloco en el grupo reducido de los que "no son
aptos". Fíjate en la diferencia: si digo que una persona tiene "necesidades
educativas especiales", o que "tiene una discapacidad" (menor capacidad para hacer
una cosa u otra), no es lo mismo que si digo que esa persona es "subnormal".
Cuando digo "subnormal" estoy poniendo una raya en algún lugar
imaginario que indica lo que es la norma y a eso que es la norma lo considero
bueno por el hecho de ser la norma (qué inseguridad denota la necesidad de
pertenencia a un grupo cuanto más grande mejor para reafirmarme en mi
valía...dejémoslo aquí de momento...). Luego estoy juzgando a una persona y concluyendo que está por debajo
de esa norma (sub norma) y por lo tanto la estoy juzgando como
"deficiente", que no llega al mínimo que llegan la gran mayoría. En la entrada "En realidad
nuestros hijos no son tan especiales",
hablábamos de cómo cada persona, cada uno de nosotros, tenemos especial
habilidad para algunas cosas y a la vez tenemos una discapacidad respecto a
otras, que en ocasiones incluye "necesidades educativas especiales",
como por ejemplo necesitar clases particulares de una materia específica. Al
aplicar a una persona el calificativo de "subnormal" no hacemos
referencia a un aspecto específico, sino que la consideramos de forma global
como "por debajo de la norma" y por lo tanto "peor" que los
que consideramos "normales".
Yo no sé lo que entiende cada una de las
personas con algún tipo de discapacidad, pero conozco bien el caso de mi hijo,
y sé que percibe con una facilidad pasmosa la actitud de la gente hacia él,
tanto positiva como negativa. Es evidente que lo hace, incluso si esa actitud
hacia él no toma la forma de palabras sino de gestos, lenguaje no verbal, que
él por su discapacidad visual probablemente no alcanza a ver.
Y me consta que cuando la actitud es negativa, el niño o bien se enfada o bien
se "encoje". Es decir, que si además expresas esa actitud con
palabras, el efecto es mucho mayor. Así que como no sabemos qué entiende quién
ni hasta qué punto, me parece que lo suyo es curarse en salud y no arriesgar ni
un poquito en este campo.
Por qué?. Porque la autoestima es capital para que cada
uno de nosotros nos esponjemos y nos mostremos al mundo como realmente somos;
para que toquemos la música única e irrepetible que cada uno llevamos dentro;
para que aportemos a la grandeza del universo esa pequeña gota que sólo
nosotros podemos aportar, y que el universo echaría en falta si no la
aportásemos. No te olvides de lo que decía la Madre Teresa de Calcuta: que el
océano no sería tan grande si no contase con cada una de las pequeñas gotas que
lo componen... La autoestima es especialmente importante para las personas con
algún tipo de discapacidad, porque ciertamente tienen situaciones vitales muy
complicadas de gestionar, y necesitan de mucha entereza, mucho coraje, y mucha
confianza en sí mismos.
Así que atención, seamos muy conscientes
de qué palabras utilizamos para describir las situaciones de nuestros hijos a
terceras personas, porque al elegir esas palabras, estamos reflejando nuestra
actitud hacia ellos, y ellos lo perciben. ¿Qué les estamos transmitiendo a
nuestros niños en nuestro diario relacionarnos con ellos...?, un "vamos
campeón, la vida te lo ha puesto más difícil en algunos campos, pero con tu
esfuerzo y nuestro amor vas a conseguir cosas que ni te imaginas", o
"hijo mío, lo siento muchísimo, pero has tenido la mala suerte de nacer
con muchos problemas y los aceptamos con resignación, qué otra cosa podemos
hacer...?". Puedes elegir transmitir a tu hijo lo que quieras, solo sé
consciente de lo que le estás transmitiendo, porque tiene y tendrá importantes
consecuencias en su vida. Y en la tuya... :)
Lo bonito de esto es que lo aprendemos a través de la discapacidad de nuestros hijos, pero aplica a todos y a todas las circunstancias de la vida. Cuando elegimos emplear palabras positivas y evitamos hacer juicios de valor acerca de los demás y de nosotros mismos, estamos eligiendo crear una vida con colores más brillantes :)). Lo dicho: si no te gusta el gris marengo, no lo elijas... :))
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