Cada vez que empieza el curso escolar, hay un tiempo de ajuste en el tema colegios... No solo los niños tienen que habituarse de nuevo a horarios más estrictos de los que han llevado durante el verano, sino que generalmente hay profesores/terapeutas nuevos, compañeros de clase nuevos... Y como todos los padres, nosotros andamos un poco en tensión hasta que vemos que dejamos a nuestros hijos "bien colocados", contentos, a gusto... Una vez controlados los distintos campos parece como que las cosas ya van por el carril establecido y son medianamente previsibles, y entonces nos relajamos y el estrés baja varios puntos.
Pensaba esta mañana cuánto nos
engañamos a nosotros mismos en este tema... en el de pensar que tenemos las
cosas bajo control. Al olvidarnos de lo imprevisible que es la vida, cuando las
cosas de repente ocurren de forma distinta a lo que consciente o
inconscientemente preveíamos, todo nuestro ser se sacude y nos da el subidón de
ansiedad: llegaron los problemas. Cuántas veces hemos dicho o por lo menos
escuchado a otros decir eso de "ya me extrañaba a mí que todo fuese
tan bien...", o " ya estaban tardando en llegar los
problemas...".
Estos
sobresaltos que con frecuencia tienen como consecuencia un aumento importante
del estrés y por lo tanto una disminución directamente proporcional de nuestra
calidad de vida, se deben a un error de planteamiento por nuestra parte. Y es
bueno ser consciente de esto, porque si depende de nosotros siempre estamos a tiempo
de hacer algo por cambiarlo y de esta forma construir a partir de este momento
una vida con más calidad.
Me parece que cometemos un error
de planteamiento por dos motivos: en primer lugar porque es una ilusión pensar
que la vida va a mantenerse inmóvil durante mucho rato seguido; la vida es
cambio, movimiento, y lo preocupante por decirlo de alguna forma sería que ese
cambio o movimiento no se produjese. En segundo lugar es un error de
planteamiento el etiquetar los cambios que la vida propone y yo en primera
instancia no comprendo como "PROBLEMAS".
Las situaciones de cambio pueden
producir vértigo en el alma porque nos abocan a lo desconocido. Entiendo que es
una primera reacción natural: de forma inconsciente nos contraemos por dentro.
Pero si somos capaces de no dejarnos arrastrar por esa primera emoción y nos
damos cuenta de cual es el proceso en el que la vida nos está metiendo, podemos
dar una respuesta consciente a ese proceso. Un cambio siempre es una
oportunidad para reinventarse, es una llamada a nuestra creatividad, es una luz
que la vida nos enciende para que prestemos especial atención a algún aspecto
concreto de nuestra cotidianeidad que quizás necesita de algún ajuste o incluso
de una intervención urgente. Cuando la vida propone un cambio siempre existe la
posibilidad de mejorar al menos un aspecto de nuestra vida.
Al clasificar una circunstancia
con la etiqueta de "PROBLEMA", automáticamente la magnificamos y
asumimos que es algo malo de lo que difícilmente podemos escapar. Es como si la
circunstancia en sí, que es solo una circunstancia más o menos difícil de
gestionar, aumentase su densidad y nos aplastase con su peso enorme. Esa misma
circunstancia sin la etiqueta "PROBLEMA" pegada encima, es mucho más
ligera y nos permite movernos para encontrar la respuesta a una pregunta que me parece clave,
y que es esta: "¿Qué puedo aprender yo de esto?". Cuando nos hacemos esta
pregunta de forma consciente nos estamos parando, aunque sea mínimamente, y
al hacerlo creamos un espacio donde encontrar la respuesta que necesitamos. Una respuesta
que seguramente se ajustará más a las verdaderas necesidades del momento que la
reacción inconsciente y atolondrada que se dispara de forma automática.
Hay cambios que de entrada parece
que nos mueven a peor (deterioro de la salud, dificultades en las relaciones
personales, etc). Mi personal experiencia (que solo es la mía, pero es la que
tengo...) me dice que cuanto más "negativo" parece un cambio, más
grande es la lección o lecciones positivas que encierra. Si sabemos trascender
la capa más superficial de la vida, más allá de la primera fila de árboles,
seguro en algún lugar más profundo del bosque hay un claro donde entra el sol.
Al final, todo se reduce a un cambio de actitud si te fijas... Es pasar de un "qué bosque tan cerrado e inexpugnable me ha tocado; es imposible moverse en él" a "¿en qué parte de este bosque cerrado estará el claro con sol radiante esperándome?".
Quizás te preguntas a qué viene
todo esto en relación con el comienzo del curso escolar... Pues viene a que
este año me siento tranquila y con todo controlado, y me recuerdo a mí misma y
de paso lo comparto en voz alta, que mejor no me engaño... Que tengo que vivir intensamente cada momento
disfrutando de lo que tengo y estar "alerta", sabiendo que la vida es cambio y que en cualquier
momento las cosas pueden cambiar. Y que cuando cambien, que cambiarán, será
seguramente para mejor aunque a primera vista me parezca que el mundo se hunde
bajo mis pies. Porque sé que cuando se produce un cambio en mis circunstancias,
es la vida que llama a mi puerta y trae en la mano un lápiz de un color que aún
no conocía.
Confío en que hayáis tenido todos un
buen comienzo de curso :)
2 comentarios:
Acabo de ir por el pasillo de mi oficina diciéndole a una colega "yo tengo mis problemas, resuelve tú el tuyo" y abro esto y me das de sopetón en la cara con la realidad de las cosas. Qué suerte ser tu amiga Isa, qué suerte. Y como siempre te digo: GRACIAS.
Gracias a ti, amiga :). Un abrazo grande desde este lado del planeta <3
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