miércoles, 19 de septiembre de 2012

La vuelta al cole





Cada vez que empieza el curso escolar, hay un tiempo de ajuste en el tema colegios... No solo los niños tienen que habituarse de nuevo a horarios más estrictos de los que han llevado durante el verano, sino que generalmente hay profesores/terapeutas nuevos, compañeros de clase nuevos... Y como todos los padres, nosotros andamos un poco en tensión hasta que vemos que dejamos a nuestros hijos "bien colocados", contentos, a gusto... Una vez controlados los distintos campos parece como que las cosas ya van por el carril establecido y son medianamente previsibles, y entonces nos relajamos y el estrés baja varios puntos.

Pensaba esta mañana cuánto nos engañamos a nosotros mismos en este tema... en el de pensar que tenemos las cosas bajo control. Al olvidarnos de lo imprevisible que es la vida, cuando las cosas de repente ocurren de forma distinta a lo que consciente o inconscientemente preveíamos, todo nuestro ser se sacude y nos da el subidón de ansiedad: llegaron los problemas. Cuántas veces hemos dicho o por lo menos escuchado a otros decir eso de "ya me extrañaba a mí que todo fuese tan bien...", o " ya estaban tardando en llegar los problemas..."

Estos sobresaltos que con frecuencia tienen como consecuencia un aumento importante del estrés y por lo tanto una disminución directamente proporcional de nuestra calidad de vida, se deben a un error de planteamiento por nuestra parte. Y es bueno ser consciente de esto, porque si depende de nosotros siempre estamos a tiempo de hacer algo por cambiarlo y de esta forma construir a partir de este momento una vida con más calidad. 

Me parece que cometemos un error de planteamiento por dos motivos: en primer lugar porque es una ilusión pensar que la vida va a mantenerse inmóvil durante mucho rato seguido; la vida es cambio, movimiento, y lo preocupante por decirlo de alguna forma sería que ese cambio o movimiento no se produjese. En segundo lugar es un error de planteamiento el etiquetar los cambios que la vida propone y yo en primera instancia no comprendo como "PROBLEMAS". 

Las situaciones de cambio pueden producir vértigo en el alma porque nos abocan a lo desconocido. Entiendo que es una primera reacción natural: de forma inconsciente nos contraemos por dentro. Pero si somos capaces de no dejarnos arrastrar por esa primera emoción y nos damos cuenta de cual es el proceso en el que la vida nos está metiendo, podemos dar una respuesta consciente a ese proceso. Un cambio siempre es una oportunidad para reinventarse, es una llamada a nuestra creatividad, es una luz que la vida nos enciende para que prestemos especial atención a algún aspecto concreto de nuestra cotidianeidad que quizás necesita de algún ajuste o incluso de una intervención urgente. Cuando la vida propone un cambio siempre existe la posibilidad de mejorar al menos un aspecto de nuestra vida. 

Al clasificar una circunstancia con la etiqueta de "PROBLEMA", automáticamente la magnificamos y asumimos que es algo malo de lo que difícilmente podemos escapar. Es como si la circunstancia en sí, que es solo una circunstancia más o menos difícil de gestionar, aumentase su densidad y nos aplastase con su peso enorme. Esa misma circunstancia sin la etiqueta "PROBLEMA" pegada encima, es mucho más ligera y nos permite movernos para encontrar la respuesta a una pregunta que me parece clave, y que es esta: "¿Qué puedo aprender yo de esto?". Cuando nos hacemos esta pregunta de forma consciente nos estamos parando, aunque sea mínimamente, y al hacerlo creamos un espacio donde encontrar la respuesta que necesitamos. Una respuesta que seguramente se ajustará más a las verdaderas necesidades del momento que la reacción inconsciente y atolondrada que se dispara de forma automática.

Hay cambios que de entrada parece que nos mueven a peor (deterioro de la salud, dificultades en las relaciones personales, etc). Mi personal experiencia (que solo es la mía, pero es la que tengo...) me dice que cuanto más "negativo" parece un cambio, más grande es la lección o lecciones positivas que encierra. Si sabemos trascender la capa más superficial de la vida, más allá de la primera fila de árboles, seguro en algún lugar más profundo del bosque hay un claro donde entra el sol. 

Al final, todo se reduce a un cambio de actitud si te fijas... Es pasar de un "qué bosque tan cerrado e inexpugnable me ha tocado; es imposible moverse en él" a "¿en qué parte de este bosque cerrado estará el claro con sol radiante esperándome?".

Quizás te preguntas a qué viene todo esto en relación con el comienzo del curso escolar... Pues viene a que este año me siento tranquila y con todo controlado, y me recuerdo a mí misma y de paso lo comparto en voz alta, que mejor no me engaño... Que tengo que vivir intensamente cada momento disfrutando de lo que tengo y estar "alerta", sabiendo que la vida es cambio y que en cualquier momento las cosas pueden cambiar. Y que cuando cambien, que cambiarán, será seguramente para mejor aunque a primera vista me parezca que el mundo se hunde bajo mis pies. Porque sé que cuando se produce un cambio en mis circunstancias, es la vida que llama a mi puerta y trae en la mano un lápiz de un color que aún no conocía.

Confío en que hayáis tenido todos un buen comienzo de curso :)




2 comentarios:

Marga dijo...

Acabo de ir por el pasillo de mi oficina diciéndole a una colega "yo tengo mis problemas, resuelve tú el tuyo" y abro esto y me das de sopetón en la cara con la realidad de las cosas. Qué suerte ser tu amiga Isa, qué suerte. Y como siempre te digo: GRACIAS.

Isa dijo...

Gracias a ti, amiga :). Un abrazo grande desde este lado del planeta <3